16 de septiembre de 2006

“! Amigos! Lo demás: La selva.”

Dandole ¨copy & paste¨a la columna de McKinney en el Nacional.

Me gusto esto .


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Entre todas las rosas y geranios que quizás nunca florecerán, sobrevive la amistad como un sol, sin luz propia porque el respeto y la admiración le iluminan.

Hace años, Francis Fukuyama, con sus hipótesis y datos sociológicos nos sentenció el fin de la historia, la muerte de las ideologías, pero no pudo con la amistad. Y tenía algo de razón, Fukuyama.

Ya no quedan ideologías sino poses, marcas comerciales. Ya no hay lucha de clases sino de medios, con sus manos partidarias y/o empresariales¼ empujando.

Los programas de gobierno no son sino el homenaje, la fiesta de palabras a lo que nunca va a ocurrir, porque el arte de lo posible no llega tan lejos, porque los liberales tienen amantes de rojo sangre y desmemoria, y porque aquí siempre hay unas jodidas elecciones que ganar.

La política y sus trampas nos han “iguala'os”, y nunca como ahora hemos estado tan mezclados "y en un mismo lodo, todos manosia'os", como en los cambalaches. Y así, mientras las ideologías se disuelven entre la globalización que no cesa y el pragmatismo que se impone, la democracia dominicana tiene ya más padres que el hijo de una dama puta. Sólo la amistad sigue ahí, aguantando, siempre firme en inspirar sueños que nunca serán, pero que le justifican a uno estar de paso por aquí y no irse antes de que lo llamen.

Los grandes amores, los que de cuando en vez nos reinventan el azul con duendes, mar y sol, siempre se van o nunca llegan (y por eso son grandes amores). Sólo la amistad está ahí siempre, inocente, generosa, solidaria.

Los amigos son los hermanos que nos regaló la vida. Los otros amores, los de cumbres y cúspides mulatas, ojos de cielo, son eternos, ay, pero sólo hasta que duran.

Y volvemos entonces, vencidos, a la amistad. Y puedo hablar de esto, porque mi amigo El Kates, cada vez que el desamor lo golpea se aparece en mi dacha familiar con una botella de algún vino de Santa a reiterar que es mi hermano; que la declaración a viva voz de la amistad es la penúltima estación de un tren en viaje hacia los etílicos jardines del Dios Baco.

Ahora que nos va tan mal en la ética y la política, suicidados de pragmatismo, y mandadas a guardar las promesas, las campañas, los programas de gobierno, y hasta los principios fundacionales de más de un partido, brindo una vez más, por los amigos, las amigas, ay, por mi Comité Central del Cariño, por esos escasos y veraces amigos a quienes adeudo la mano tendida, el oído atento. Esos que, como canta Serrat: “acuden cuando saben que yo espero, si le roza la muerte disimulan, que para ellos la amistad es lo primero.”

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